En esta antología, Juan Carlos Olivas nos permite acceder a la arquitectura que, desde sus primeras publicaciones, sostiene toda su poesía. Una columna vertebral la fundamenta: el hallazgo y afirmación de su asombro, tatuando el mundo en sí mismo. Cada libro es una plataforma de lanzamiento hacia disímiles experiencias, una eficaz y talentosa esgrima con situaciones y escenarios diferentes y por ende un dominio del estilo y el lenguaje. En esta pericia para enfrentar el laberinto de espejos de la poesía demuestra su valía. De poema en poema, da pruebas de su versatilidad. En los versos a Sylvia Plath o en los Cisnes de Cadaqués crea un teatro de operaciones donde brilla la irrealidad de lo que describe con una fuerza superior a la realidad misma. En otros, como en el caso de los del Sr. Pound, es capaz, a través de un discurso conjetural al invadir al personaje, de hacerlo más visible a medida que desaparece. Si en algunos trabajos es expansivo, sin vanas desmesuras; en otros, apuesta a la intensidad de un instante. Pulsaciones de un poeta encendido e imparable, reconocido pese a su juventud como una de las más sobresalientes voces actuales de Costa Rica, su país natal.Estos y otros vuelos atraviesan este libro hermoso y jugado. Aunque galardonado en varias oportunidades, Juan Carlos Olivas sigue encadenado a su propio canto. Dueño del vórtice de su vocación y sin perder el norte, avanza, maravillado y a toda vela, en la nueva marea de la poesía de América Latina.LEOPOLDO CASTILLA
