La pasi¢n por Italia, por su historia y sus gentes, mueve a Stendhal a escribir estas Cr¢nicas italianas, «halladas» en realidad, seg£n su autor, entre los legajos de viejos archivos romanos, ya en los £ltimos a¤os de su vida, cuando era c¢nsul francs en Civitavecchia. Stendhal lee sin descanso casi una docena de vol£menes de procesos judiciales que tuvieron lugar en las postrimer¡as del Renacimiento, en busca de los cr¡menes que mejor retrataran las vidas apasionadas y tr gicas de los ciudadanos y nobles que vivieron en Roma a finales del siglo XVI. Era una moda entre los escritores rom nticos hurgar en viejos archivos judiciales como joyeros en busca del arte sublime y espont neo de los grandes cr¡menes pasionales de la antigedad: por aquellas fechas (1840) aparece una antolog¡a similar de Alejandro Dumas, Cr¡menes Clebres. Stendhal selecciona ocho entre los distintos casos criminales (una de sus grandes obras, La cartuja de Parma, tiene tambin su origen en estos legajos), aquellos cuyos m¢viles fueron la expresi¢n de esp¡ritus nobles y elevados, en especial el honor y el amor. Y as¡, sumergido en las vidas y los sentimientos de otro tiempo, Stendhal «traduce», reescribe y redacta estas «cr¢nicas» de cr¡menes pasionales en la Roma que sigui¢ a la revoluci¢n del Renacimiento.