Aunque la escultura precedió al arte pintado, durante mucho tiempo fue considerada un accesorio y complemento de la mayor de las tres artes: la arquitectura. Al ser ejecutada con los mismos materiales que la arquitectura –madera, piedra y mármol–, la escultura fue vista inicialmente como un ornamento para la arquitectura. Sin embargo, poco a poco, la escultura se estableció como un arte independiente y dignificado.
Después de haber admirado el universo, el hombre comenzó a contemplarse a sí mismo y reconoció que el cuerpo humano es, entre todas las formas, el único capaz de manifestar por completo el espíritu y las aspiraciones del hombre.
Un recorrido por los orígenes de la escultura en Egipto, Grecia, Italia, España, Alemania y Francia, hasta llegar al siglo XXI con breves biografías de sus principales exponentes en cada una de las corrientes.