H ama a su esposa pero no puede dejar de serle infiel: es un adicto al sexo. Para evitarla y evitarse abandona España y se instala en Lima, a la búsqueda de mujeres exóticas y dispuestas.Empieza entonces un viaje de exploración y, a través de una página de citas en internet, el español se ve envuelto en un vaivén de aventuras de todo calibre que son narradas por su autor de manera explícita y sin tapujos.El resultado es una novela de estampas muy vívidas y excitantes, así como una desmitificación de la sociedad peruana, que bajo su hipocresía conservadora se muestra como un paraíso erótico. El estilo de Migoya en La flor de la limeña queda bien expuesto en palabras de su propio personaje, también escritor: “El erotismo es metáfora. Yo le quito al erotismo la metáfora. Y queda el sexo”.
