El pequeño Stephen solía mirar las estrellas y hacerse preguntas sobre el universo. A pesar de que nunca fue el más aplicado en el colegio, su curiosidad lo llevó a las mejores universidades de Inglaterra, y su perseverancia y valentía, a superar las dificultades y convertirse en uno de los más grandes científicos del siglo XX.
Ocupó, hasta 2009, la cátedra Lucasiana de Matemáticas que en otro tiempo tuvo Newton en la Universidad de Cambridge, y fue condecorado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1989. Reconocido universalmente como uno de los más grandes físicos teóricos del mundo, el profesor Hawking ha escrito, pese a sus enormes limitaciones físicas, docenas de artículos que significan en conjunto una aportación a la ciencia que aún no somos capaces de evaluar adecuadamente. A su primera obra de divulgación, Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros negros (Crítica, 1988) y El universo en una cáscara de nuez (Crítica, 2002), se le suman Brevísima historia del tiempo —escrita con Leonard Mlodinow— y las antologías A hombros de gigantes. Las grandes obras de la Física y la Astronomía (Crítica 2003), la edición ilustrada de esta última obra (Crítica 2004), Dios creó los números. Los descubrimientos matemáticos que cambiaron la Historia (Crítica 2006) y La gran ilusión. Las grandes obras de Albert Einstein (Crítica, 2008).