Resulta imposible hoy en día dejar de abordar el estudio de sujetos que tienen una complicada relación con el consumo. Ya que se trata de un signo de nuestra época. Al leer este libro de un tirón; porque puede leerse de una manera ágil; los lectores podrán tener una cabal dimensión de lo que se juega en la práctica adictiva y cual es el lugar que el psicoanálisis puede tener en este fenómeno. La autora presenta la temática sin rodeos. Así como el adicto es capaz de ir directo al goce; Natalia nos presenta su estrategia: abordar la temática sin más dilación y presentar al psicoanálisis como una respuesta posible. El toxicómano hace de la droga su aparato de goce; nosotros le ofrecemos en cambio otro aparato: el de la palabra. Una palabra que da lugar al sujeto. La diferencia existente entre su posición y la nuestra es la misma que existe entre estar empujado por el goce o animado por el deseo. El psicoanálisis se presenta como la única modalidad de tratamiento que opera sobre ese goce desbocado y que se torna peligroso para el sujeto; para que este pueda dejar de estar empujado a lo peor; evitando ser esclavo de ese goce y pudiendo hacerse responsable del mismo. Natalia nos regala un libro necesario; para entender que; en ese interjuego permanente entre la pulsión de vida y la de muerte; si no rechaza su inconsciente y pese a las cartas que le toquen; el sujeto puede labrar su destino.
